Curiosamente a estas horas nada parece detenernos, incluso si nos dejáramos llevar competiríamos como cuando empezábamos este viaje, siempre ganabas tú, inclusive cuando te dejabas perder, puede que sea el prematuro estío que nos mantiene constantemente ardientes, apasionados por vivir.
Retomé la conversación una vez detuviste el coche, “cierto, cariño”, hice una pausa y te besé, “pero también la rutina, la monotonía, la apatía, la ausencia de deseo”. Y esta vez fuiste tú quien me besó como si no hubiera mañana.
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