domingo, 22 de junio de 2014

No concibo mi vida sin una historia que contarte...


De pequeña leí “El mago de Oz”, recuerdo aquella casa que volaba, a la pequeña Dorothy y a sus compañeros de viaje, el león miedoso, el espantapájaros sin cerebro y el hombre de hojalata sin corazón.  Cuando era niña yo también soñaba con un lugar en el que mi imaginación era poderosa y capaz de cualquier cosa, un espacio donde todo era posible, crecí llena de historias, quizá por eso no concibo mi vida sin una historia que contarte.
Con los años sigo teniendo mi cosmos personal, un universo propio al que accedo al llegar la noche, allí guardo mis tesoros más íntimos, esos instantes que nunca olvidaré, palabras, sonrisas, fotogramas, y allí sobre una almohada de plumas reposan mis sueños, los que duermo, los que anhelo y los que despierto. Esta noche mi corazón es de metal e imagina que ruge como el motor de una Harley, la que me encamina por la ruta 66, suenan los Creedence Clearwater Revival y su tema Fortunate, el viento afloja mi paso, libertad, y es que es aquí, en los sueños, donde somos totalmente libres. Dulces sueños.

lunes, 16 de junio de 2014

Caen las gotas de lluvia...

Caen las gotas de lluvia tras el ventanal. Tararean una historia de navegantes sin rumbo, de vaqueros sin espuelas, de capitanes sin naos, un melancólico relato que no lleva a ningún puerto.

Dejo que las gotas perforen mi epidermis, que descansen sobre la superficie de la excitación mientras un ocaso grana enmarca el paisaje. Me encanta como vamos allanando el camino haciéndolo cada vez más nuestro, más cómodo, más imprevisible.

El sol me ciega, la noche se aproxima, y yo sonrío.

domingo, 8 de junio de 2014

Queridos Carlos y Ricardo:



Fue un buen momento el día que os cruzasteis en mi vida, y miro atrás y no puedo evitar sonreír. Recuerdo una noche, iba por la Nacional 120,  “vuelve”, me dijo el último tipo que durmió en mi cama cuando le abandoné, cogí el bolso, la botella de güisqui y el paquete de tabaco. Buscaba algo más fuerte, algo que me dejara sin palabras. Aceleré mientras iba tarareando una de vuestras canciones, “Llamando a tierra”. Recordé un concierto al que había asistido, en un muelle, creo que no se puede pedir más, oír música en directo junto al mar, oliendo a sal, sintiéndote parte de ese instante, saboreándolo, junto a un amor de usar y tirar. Tras el concierto le invité, “quédate a dormir”.
39 grados se fundieron en aquella habitación, nunca imaginé que llegaría a enamorarme,  pero así fue, un amor nocturno y con caducidad que acabó donde acaban las grandes interpretaciones, en el escenario. “Maggie despierta”, me susurró al despertar, “tengo algo que decir, llegó septiembre y creo que me tengo que ir”. Y así fue como desapareció de mi vida, sin equipaje.
Y me quedé sola, confusa, mientras me preguntaba “¿dónde fue a parar el tren que nunca cogimos?”, sé que estoy llena de defectos personales, pero llevo más de mil cigarrillos pensando en dejarlo, “ojalá te vayan bien las cosas, ojala a mí no me vaya mal, para olvidarte”. Mas vuestras canciones me animaron a seguir, a viajar, dando vueltas y vueltas, a imaginar que hay piratas, a tener una filosofía barata de la vida que me encanta, no hay más futuro que este instante, este en el que la niebla me escupe su canción.
Y aunque me sentía rota por dentro, angustiada al no haber hallado el amor entre tantos espantapájaros, aquellas palabras que me dijiste golpeaban las paredes del dormitorio, nada es universal ni el amor.
Porque, aunque hayan pasado años siempre os llevo en mi diario de emociones, y doy gracias por los días que vendrán, y a aquel que me gritó: “no quiero volver a verte nunca más”, solo puedo contestarle, “se hizo de noche cuando te conocí”.
Y llegados a este punto, quizá podríamos haber quedado en Vigo para concretar la entrevista, para vernos y compartir unas cervezas, pero estamos aquí, yo a este lado del papel y vosotros al otro, pero os siento cerca, me voy a dejar llevar, voy a imaginar que estáis aquí, cantando quizá alguna de las últimas melodías, esas que están aún creciendo en la mente de los amantes de vuestra música. Llega el momento de escuchar tu voz y de decir adiós.


miércoles, 4 de junio de 2014

Tu corazón suena como una Harley...



Me habían dicho muchas cosas a lo largo de mi vida, “tienes el corazón frío como el hielo”, “qué gran corazón tienes”, “eres todo corazón”, “si es que no tienes corazón”, pero nunca nadie me dijo lo que tú, aquella mañana que apoyaste tu cabeza sobre mi pecho: “tu corazón de metal suena como una Harley a 200 Kilómetros por hora”, sonreí, últimamente eres el único que me hace sonreír.

Fue entonces cuando te mordí la oreja, ronroneaste como una moto, te miré, tenías la misma mirada de cuando nos conocimos, ansioso, pícaro y despistado. Si fuera mañana ya estaríamos rodando por las cañadas mas el hoy me persigue desde ayer y no sé si tendré el valor de pedirte que me sigas rugiendo hasta el amanecer.