Hay sábados que se transforman en
domingos y viernes que saben a lunes, sin embargo hay días que son solo días
que acumulan horas y momentos, miradas y sonrisas, lágrimas al filo de una
calma atroz de incomprensión. Es en esas 24 horas cuando tropiezo con el lado
amargo de tu rostro, me incomodas, me descalzo, apuesto y pierdo.
Hay días que despierto y me parece que
esto ya lo he vivido, iteración de acciones, rutinarias avenidas y paseos,
saludos, insultos, pitidos, llego tarde como siempre y siempre me espera la
noche al final del día, y entre los minutos, tú, alzando una hora de menos
frente al espejo.